Wednesday, August 27, 2008

El fin del blog 2: “Las más toneras del Jorobado 2008” (disco compilatorio)

Yo no quiero que me lean, sino que me escuchen. Yo no sacaría “el libro del blog” (esas huachaferías que en realidad nadie lee y solo sirven para los autógrafos, si acaso adorno de biblioteca de enciclopedias de periódico) sino un disco con las más toneras, el hit del verano, del invierno, de todo el año. Para que en medio de los tonos, de las juergas, de la jodas, de los talleres, de las clases, de los debates, pongan un poco de ritmo, de swing.

Por eso, para terminar de despedirme (“el que se despide dos veces, en realidad no quiere irse”, eso dicen) me animé a hacer una recopilación, una antología de las 35 más bailadas (de casi 120), separada por secciones. Así Usted, estimado lector, en un arranque de nostalgia, podrá volver a su favorita. A la que le hizo reír, a la que criticó, con la que polemizó, a la que no quiere olvidar. Todo al alcance de un click. Ponga “play” y baile (…apretadito, apretadito…).

Tipología de intelectuales.
Sección “pachanga”. Fácil de bailar, sólo siga el ritmo y repita las coreografías una y otra vez. Incluye la tipología completa de intelectuales. El intelectual de ONG es un clásico, es La Macarena. El de yo-conozco-a-los-indios está más bailado que El Meneito. Baile lo “popular es bacán” al son de la cumbia en el María Angola, y el intelectual El Bocón al ritmo del cutá-cutá de la barra de Norte. La juerga se pone fuerte, se pone reggaetonera con el politólogo regio y el politólogo Jorobado.

1. El intelectual de ONG.
2. El intelectual yo-conozco-a-los-indios.
3. El intelectual “lo popular es bacán”.
4. El intelectual-El-Bocón (“no tiene lectores, tiene hinchas”).
5. El politólogo regio.
6. El politólogo Jorobado.

La crítica social.
Atrás quedó la trova. La “música de protesta” ahora tiene del ritmo de Johansen o del Cuarteto de Nos. Incluye un decálogo para los “alumnitos” de ciencia política y consideraciones y advertencias para el científico social. Una sección para “dummies”. Trae un bonus track de YMCA cantado por Obama.

7. Para los “alumnitos” de Ciencia Política. (consejos de pata)
8. El "evangelio" de las ciencias sociales.
9. "Ejemplos" de “responsabilidad social”.
10. El “otro” eres tú, babooooooso.
11. El cholo “chill out”.
12. Obama es caviar.

Mi obsesión con la Izquierda Peruana
Sección del vals criollo. Antiguo y señorón. Todo es lamento porque la rica del callejón se la llevó el blanquiñoso (entiéndase populista de derecha). Entonces ahora sólo es música de salón, de acompañamiento, de Radio Nacional (o sea subvencionada con mis impuestos), apenas sirve como fondo en su menú favorito a la hora del almuerzo. Los CDs los regala La República.

13. Cualquier taller sobre la izquierda en el Perú (hasta ahora no entiendo por que se lo tomaron de manera personal, a la merfi).
14. Javier Diez Canseco, el ideólogo (o el nuevo “chistoso”).
15. Pedro Francke Presidente! (tas creyendo tú).
16. Para acabar de una vez por todas con lo que se hacen llamar “La Izquierda en el Perú”.

El conflictólogo.
Sá, sa, sá, sa, sá. Saboooooorrrrr…. Familia….Salsa de la buena. Comenzamos con No me acostumbro de Rey Ruiz (nuevas hipótesis sobre los conflictos). La racionalidad de la violencia se manifiesta con El Gran Combo (cualquiera). Los sanmarquinos vienen en versión doble: Periódico de Ayer (Por qué los sanmarquinos protestan?) en versión Lavoe y Marc Anthony. Acabamos con un solo de El Aguacero, por su servidor.

17. (Nuevas) hipótesis sobre los conflictos.
18. La racionalidad de la violencia en los conflictos, el caso de la Resi San Felipe y mi colegio en SJL.
19. La pregunta de siempre: ¿Por qué protestan los sanmarquinos? En dos partes.
20. Modelo para entender los conflictos sociales, con videíto incluido.

El politólogo (andino).
Paradójicamente, rock en español y en inglés. Un poco de Los prisioneros para comenzar (sobre las FARC). Luego viene un clásico, The Wall, y terminamos con un Let it be de Los Beatles como fondo para la democracia participativa.

“Por qué eres tan machista?”
Al ritmo de Lizandro Meza, obviamente. Una respuesta (incorrecta) a Girls just wanna have fun o simplemente a Fanny Lu. Disculpas anticipadas por el lenguaje no apto para feministas.

24. Why women rebel? (utilizando el enfoque de la privacion relativa...merfi)
25. Sex and "the pichi".

“No soy Renato Cisneros”
Sección romántica. Comienza con una baladita-voy-a-olvidarme-de-ti de Carlos Vives, sigue con una cumbia corta venas. Luego viene una Pimpinela y termina con una de José José (Como todas las compilaciones, siempre hay una buena que no se pone, una de Edith Piaf).

26. El “Ex”.
27. El cantante de cumbia.
28. Elija cualquiera para mi epitafio. (Agregar: "en tu vida no hay espacio para mi")
29. Nostalgia (más de una)
30. Utopias.

“Me hiciste sonreir”
Sección Sound Tracks de películas. Comenzamos con el sound track de Virgen a los Cuarenta (dedicado para mis amigos caviares, puros, castos, inmaculados). Seguimos con una del propio Juan Diego (con sus pestañas risadas, sau), y una de Locomía (precisamente). Ponga el soundtrack de Los Magnificos para leer al Loco Tapia y terminemos con una película nacional, Mañana Te cuento. Ahora sí, nos vemos pronto (donde menos se lo imagine).

31. El tan mentado Caviarómetro.
32. No te metas con Juan Diego (o "ay, yo no escucho reggaeton...").
33. No soy gay pero… sé de dónde proviene el “sauuuu”.
34. El Loco Tapia y Murdock.
35. Mi favorito (o “para lo que sirve la ciencia política”).

Foto: Siempre quise poner una calata en mi blog.

Sunday, August 24, 2008

El fin del blog (o cómo acabar de una vez por todas con el Jorobado)


ya no subo la cuesta que me lleva a tu casa/ ya no duerme mi perro junto a tu candela (M.G.)

El ánimo que motiva este blog es las ganas de joder, como dice la introducción del mismo. Responde sobre todo a un estado de ánimo que a un proyecto de largo plazo (es por eso que preferí un nickname antes que mi nombre propio). Ahora que ese estado de ánimo ya no está más, creo que ha llegado el momento de dejar este blog. “Todo tiene su final, nada dura para siempre”, dice la canción. Algunos proyectos duran toda una vida; otros, años; y algunos como éste ocho meses.

Me divertí muchísimo escribiendo, hice amigos que no me hubiese imaginado al inicio. También sé que generé antipatías, pero esas sí me las esperaba (y con ansias, de ahí que: “lo que tú me deseas, yo te deseo el doble”). Me dio mucho gusto que me leyeran, y que me contaran entre sus preferencias. Me sentí parte de la blogósfera peruana, y aprecié las simpatías de los dos bandos en la que ésta se divide (pero obviamente, me sentí más inclinado a uno de ellos). Hoy este blog, estimados lectores, llega a su final.

Que quede claro que El Jorobado finalmente fue un personaje que vivió al borde de la incorrección política, del odio al feminismo fácil, del asco al intelectual mediocre que tanto pulula en el medio, al izquierdoso incongruente, a la pose de utilería del cívico, que vivió también víctima de las ironías del amor imposible (el más bonito que haya habido), que buscó una síntesis entre humor negro, crítica social y ciencia política, y al que algunas veces se le pasó la mano. Pero que finalmente siempre invitó a ver todo ello con joda, con gracia, con humor, y por ello siempre me sorprendió la manera como muchos se lo tomaban a pecho, se lo tomaban personalmente, cuando sólo se trataba de arrancarles una sonrisa cachosa, cuando al primero a joder era yo mismo. Por eso quizás, vale la pena unas cuantas aclaraciones:

No soy Silvio Rendón. Me han acusado del “niño terrible” de las ONG, de parricida de la intelectualidad progresista del país. Cuando volví a Lima por unas semanas en Junio, algunos me miraron con recelo, con desconfianza, con decepción. Me vieron en el reflejo de Silvio Rendón (cuyas razones y/o paltas tendrá en su crítica obsesiva contra un sector de los científicos sociales peruanos), buscando explicar mi incorrecta actitud en un resentimiento (que no existe). Nunca falté el respeto a mis maestros (que lo serán toda la vida). Pero reconozco que no estuve exento de la lectura tendenciosa, de la interpretación equivocada, de los malos entendidos. Solo puedo decir que no busquen reproches donde sólo hay agradecimiento.

No soy Martín Tanaka. El blog sirvió para divulgar apuntes sobre análisis político y social (sobre todo alrededor de los temas de partidos políticos y conflictos sociales). Mi deformación profesional fue la culpable de mis contribuciones más académicas, de las aproximaciones más serias a la realidad social. Pero a diferencia de Tanaka, yo le rehusé a los debates sobre los grandes temas –la discriminación—o los análisis de coyuntura –la alianza apro-fujimorista--, y preferí la aplicación menos ambiciosa y más fiel a la ficha bibliográfica y a las lecciones de los nuevos profesores.

No soy Renato Cisneros. No pude resistir la tentación de la anécdota sentimental, a jugar con las ironías de los (des)encuentros personales y a ir componiendo crónicas anónimas que finalmente no fueron más que meras ficciones. Mis historias existen sobre todo en el papel y carecen de pretensión biográfica. No son narraciones épicas del conquistador de moda, sino memorias perfeccionadas a partir de la mirada nostálgica hacia el pasado imperfecto, que antes que lamentarse en el “what if”, prefiere arrancarle a la vida una sonrisa irónica y seguir para adelante.

No soy Lizandro Meza. En mi fascinación por la incorrección política, busqué provocar a los cánones feministas, a los árbitros de la equidad de género. Nuevamente, muchos tomaron a pie juntillas mis impostados malos modales y tradujeron la joda en un rechazo total hacia mí (olvidándose por completo que finalmente el Jorobado es un personaje). Solo puedo decir que mis amigas saben que soy de los que prefieren la confidencia con una mujer, al gileo a una “hembrita”.

Ha llegado la hora de concentrarme en ocupaciones más académicas. Tengo otros proyectos en mente que, a su debido momento, aparecerán. Quizás más adelante retome el Jorobado (probablemente bajo otras modalidades). Por ahora, llega una etapa de retiro y silencio, siempre necesaria.

Quiero agradecer a los que de algún modo fueron cómplices de esta experiencia. A PaOlo que fue la primera persona en sugerirme la idea de comenzar (y quien dudaba que el final iba a llegar). A la camarada Lulú, mi querida ex roommate, cuyas conversaciones sobre un diccionario de lengua extranjera llenaron de ilusión la casita de Cripe Street. A Martín que sufría con cada incorrección mía. A los alumnitos (a los sinceros y a los malagradecidos) que siguieron fielmente mis crónicas (incluso más disciplinadamente que las prácticas). A los “caseros” que generaron más de un debate y que no los nombraré para evitar ser injusto con alguno. A los amigos (los nuevos y los de siempre) en cuyas ocurrencias hallaba inspiración; a los que perdí, a los que recuperé (gracias Zambito por el montaje de la foto). Al lector anónimo. Pero especialmente a mi lectora favorita, lejos de la cuesta que me llevaba a su casa, lejos de su candela.

Nos vemos y gracias por visitar mi blog.


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Friday, August 22, 2008

El politólogo Jorobado


El politólogo Jorobado se cree demasiado bueno como para no ser incluido en el Hall of Fame de la academia nacional, a pesar de su desatinada emergencia social. Precisamente es ante todo un “emergente” –léase un desubicado social—, un “nuevo rico” de las ciencias sociales, y que por lo tanto aún no adquiere el charm y las buenas costumbres propias del politólogo regio. Su análisis está plagado de auto discriminación positiva (“sólo los cholos conocen el Perú”), de menosprecio al establishment intelectual (a quienes acusa de “no tener calle” y “no tener cerro”), de pragmatismo reduccionista (“cinco elementos para analizar los conflictos sociales”), con un estilo que combina la vulgaridad de los chistes de Néstor Quinteros y la apología del palomilla de ventana.

El politólogo Jorobado no asume sus paltas originadas por su procedencia social (léase su rioba). No ha superado diferentes sucesos de discriminación que comenzaron en la cola del vaso de leche de SJL, cuando lo confundían con choro en Mesa Redonda, con conserje cuando trabajaba como promotor en ONG, y ahora como mexicano ilegal en los Estados Unidos (I’m not Mexican, fucking cop). Sus obsesiones lo delatan: el cholómetro, la crítica de los artículos intelectualoides sobre cholos (cuyos autores pueden ser Ardito o su amigo Chanti), los diseños de ropa para “oscuritos”, la cumbia en el María Angola y los restaurantes de comida peruana en el extranjero, so pretexto de sentirse “cholo chill out”, cuando en realidad es un cholón promedio (ni siquiera llega a cholo power).

El politólogo Jorobado ha aprovechado su choledad a más no poder. Utiliza su origen social para cuestionar la legitimidad de otras miradas de la realidad, con el pretexto de una supuesta autoridad que le daría el hecho de haber vivido en “pueblo joven”, de haber comido sopa de harina de habas todas las semanas durante sus primeros 12 años (ahora entiendo), y de que el Huaycoloro le inundara su casa dos veces. Sólo porque sacó libreta militar en la Marina de Guerra (el Ejército es too much) luego de 50 ranas y 60 canguros (cholómetro) y estudió la academia pre universitaria en calle de putas del centro de Lima (Rufino Torrico cuadra 6), cree que merece mejor suerte que el politólogo regio. Cree equivocadamente que haber crecido en San Juan de Lurigancho le hace mejor persona.

Como parte de su delirio, es capaz de construir un penthouse al borde del río Rímac en la cuadra 10 de Malecón Checa (“causita, dónde está el mar?”), de llamar Zarasidro y Mangomarkham a su barrio de ratitas, basura quemada y ruta de la Z (Zárate y Mangomarca, respectivamente), de creer que su cuadra es Macondo y que su colegio –“el mejor de la cuadra”—está más plantado que Los Reyes (eso sí, venden mejor yerba), de elevar a status de héroes nacionales a los New Kids de Zárate.

El politólogo Jorobado hizo carrera profesional de renta de cuarta categoría gracias a la sensibilidad social de la burocracia onegera culposa (“Carlos, te contraté por tu experiencia en el mundo popular”). Se agrandó luego de la publicación de un primer artículo en una revista hoy desaparecida, y a partir de ahí se alucinó que tenía la autoridad de poder decir lo que quisiera. En otras palabras, se la creyó, cuando en realidad no era más que un promotor de zapatos sucios, un asistente de informes de cinco páginas, un fichador de libros (“Soy un intelectual, yo no cargo cajas”). Malagradecido, empezó rápidamente a criticar a los que le dieron la mano, a quienes acusó fácilmente de “caviares”, “cívicos”, “progresistas ilusos”; sólo porque éstos preferían a pesar de todo a sus sobrinos antes que a él. (Quien no va a preferir a su familia, pues).

El politólogo Jorobado cree que es culto porque da la casualidad que leyó un par de novelas en EEGG Letras. Se considera con aptitudes literarias, pero no sabe reconocer un poema de César Vallejo; o intenta escribir crónicas bryceanas que terminan como historias rosas de Corín Tellado. Se cree personaje literario, que su vida es una novela histórica donde él es el protagonista, el Zavalita; cuando ni siquiera llega a secundario de Paulo Coelho. Su vocabulario es limitado, y escribe con errores gramaticales de género y número que delatan el español andino que se hablaba (y hablará) en su familia y en su colegio.

El politólogo Jorobado cree que es fashion porque va a restaurantes de moda (pero casi siempre para pedir un arroz con pollo), porque prueba los más diversos tragos y recorre los bares más caros, cuando en realidad lo único que disfruta es ver el Especial del Humor chupando los huesos del pollo a la brasa del día anterior. Usa Banana Repúblic, el engañado, cuando no se da cuenta que la única ropa que le queda más o menos son los Ternos Gasthón que venden en Gamarra (y eso).

El politólogo Jorobado cree que tiene calle porque los choros de su cuadra lo conocen (claro, son sus primos). Se computa bacán porque va al Vocé, donde vive la fortuna que el reggaetón no se baila pegado (nunca aprendió una buena vueltita de salsa). Siempre aprovechó la moda de lo popular-es-bacán para llevar a antropólogas PUCP, a cooperantes internacionales, o a chicas-miraflorinas-que-acaban-con-el-novio al Boulevard de Los Olivos, y venderse como una suerte de brichero intelectual de Cono (“Señorita intelectual que hace que tiene el área abdominal que va a explotar como fiesta patronal”). Su público objetivo han sido, cronológicamente: secretarias de ONG, sociólogas de trova, feministas de utilería, alumnitas impresionables. Se computa gilero cuando en realidad no es más que un oportunista.

El politólogo Jorobado jode a diestra y siniestra porque no quiere pasar desapercibido. El anonimato sería el peor castigo que pudiera recibir, luego de haberse –él mismo—pintado pajaritos en el aire, y creerse un intelectual respetable; cuando en realidad es un escriba menor, un profesor contratado por horas, un consultor con recibo por honorarios, un soñador desempleado.

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Tuesday, August 19, 2008

Cómo acabar de una vez por todas con la Izquierda en el Perú

Para mi causita Cholin, por un año menos de vida.

Mi primer recuerdo político es mi viejo hablando entusiastamente de Barrantes. Él no era militante de Izquierda Unida, ni partidarizado ni “independiente”, ni sindicalista, ni pertenecía a ningún gremio. Simplemente, un hincha. Lo que sabíamos de la política, lo conocíamos por los medios. No sabíamos (ni teníamos cómo saber) que Barrantes era demasiado personalista y no era tan querido como se suponía dentro del frente, ni que la Izquierda se disolvía paulatinamente debido a mil pugnas, ni menos que muchos que la conformaban se sentían presidenciables. Nosotros sólo disfrutábamos del ritmo pausado del hablar de “Frejolito”, de su genial idea del Vaso de Leche, y hasta aguardábamos la imitación que hacía Rossini para cagarnos de risa.

Desde 1986, cuando Barrantes se presentó infructuosamente a la re-elección del concejo limeño, nadie en mi familia volvió a votar por la Izquierda. Muchos peruanos seguirían ese mismo camino. Si uno recuerda los últimos veinte años de historia electoral del país, podemos llegar a la conclusión que, por el contrario, los peruanos votamos hacia la derecha. En todo caso, los ganadores presidenciables desde 1990 en adelante gobernaron el país siguiendo esa tendencia política. Al analizar encuestas nacionales, uno encuentra que el voto por Fujimori en 1995, Fujimori en el 2000, Toledo en el 2001, y García en el 2006 se explica por la autoidentificación del elector como alguien afín a las ideas que promulga la derecha política (por más que en encuestas recientes se ubique en el centro): baja intervención estatal en la economía, el privilegio por la seguridad antes que las libertades individuales, etc. De un tiempo a esta parte, el ciudadano peruano que ha votado a ganador lo ha hecho buscando a un representante de derecha, así de simple.

Creo que se ha sobre estimado a la izquierda peruana (lo que se debe a la intelectualidad de izquierda es más dinámica que el resto), cuando en realidad, por lo menos electoralmente hablando, la izquierda en el Perú sólo tuvo su cuarto de hora en los ochenta, y ni siquiera así logró gobernarnos alguna vez. En el mejor de los casos fue “segundona”, tanto en la Constituyente de 1978 luego del APRA y el PPC, en el Legislativo de 1980-1985 debajo de AP (al punto que mucho zurdo ideologizado termino votando por Belaúnde), demasiado tolerable con el aprismo en lo que quedaba de los ochenta, y un fantasma desde entonces en adelante (hasta tuvo ministros fujimoristas, recordemos, habla tía Gloria, habla Sánchez Alvabera). Los que quieren ver a Humala como alguien de izquierda, en realidad se engañan como aquél choteado por la chica le ha dicho no varias veces, pero tercamente sigue insistiendo. Cada vez que ha aparecido una alternativa de gobierno, con “appeal” electoral, ésta no ha sido de izquierda. Parecería que la izquierda está destinada a seguir perdiendo elecciones, a ser una Izquierda loser (bueno, si es que logran siquiera participar de ellas).

Y lo que queda, como diría Jorge Castañeda, son los “left-overs” de un tiempo pasado que ni siquiera fue mejor. Mientras que en países vecinos, la izquierda por lo menos aparece en el panorama electoral, en el Perú parece condenada a perder. Y ello no se debe sólo a que no ha salido nadie con el carisma propio de Barrantes. Ni Susana, ni Vladimiro, ni Pedro, ni Javicho tienen el espíritu fundamental de un político que llegue a la gente (no a tí, estudiante de la Católica, ni tú tampoco burócrata de ONG, recuerden ustedes no son “el pueblo”). Repiten el sino de una izquierda que proviene más de los cafés del pseudo intelectual del medio que “desde abajo, desde los sectores populares”. Están tan distantes de las mayorías como Perú del mundial de fútbol. Se me viene a la mente la entrevista que alguna vez hice a un dirigente popular que me decía que en la plancha presidencial de IU en el 90 (Pease, Mohme, Haya) ninguno tenía “apellido peruano, ni parecía peruano” (sic). Francke, say no more.

Además, y lo que es peor aún, ni siquiera “el pueblo” espera alguien con un discurso de izquierda, sino más bien del signo opuesto. Los reclamos por los “derechos sociales” vienen desde un sector politizado, y no de la gente común y corriente que pide orden, seguridad y mercado. Hay más espacio para candidaturas de derecha, que de izquierda en el país. Las recientes preferencias por Castañeda Lossio, Keiko Fujimori, Lourdes Flores y Alejandro Toledo, lo ratifican. (ver Tanaka).

¿Cómo hacer para que la Izquierda tenga “llegada” al ciudadano de a combi? No se necesitan ideas, ni planes estratégicos, ni fodas, ni reuniones con las asambleas regionales. No, estimados, no. Sino un combo electoral winner, el mismo que proponemos del siguiente modo (ver foto de derecha a izquierda). Una “cholita aguantada” –versión chola de la next door girl--, un cholo chill-out con ganas de joder a diestra y siniestra (que baile reggaetón en El Vocé y tenga guata), el peluche de Rolando Breña Pantoja –el Gato con Botas de la Izquierda—con cuya ternura conquistaremos a los niños (y a ti también, peluchera), y el elemento de diversidad con mirada soñadora (el origen del sauuuuu).

Adiós a las ideologías! Adiós a las armas! Adiós a la revolución! (Adiós a tí también, charapita!) Viva la plancha presidencial con rostro-humano-de-color-humilde!. Viva la plancha presidencial cholo soy! (pero cholo chill out). Viva LAMPARIM! (Liga Amplia Moralizadora Popular Americana Revolucionaria Institucional del Mañana). (LAMPARIM nunca muere!) Viva Chanti!. La tuya, camarada (just in case).

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Saturday, August 16, 2008

El politólogo regio

El politólogo regio quería ser politólogo desde chiquito. Mientras los niños de su edad soñaban con ser bomberos o pilotos de avión, el politólogo regio decía que quería ser “intelectual”. O sea, fue un chiquiviejo ya desde antes de ir a la escuela.

Los intelectuales del medio pasaban por su casa todos los fines de semana para visitar a su viejo, probablemente también académico, diplomático o político reconocido. El politólogo regio, desde pequeño, trataba de “tío” a las grandes lumbreras del país, en aquellas grandes comilonas que se hacían en la casa de playa para discutir qué vertiente del marxismo sería la más adecuada para salir de la crisis.

El politólogo regio es demasiado regio para ser politólogo. Eligió la carrera como casi casi una concesión, como una suerte de sacrificio que tiene que hacer por el país. Podría ser millonario y trabajar en Wall Street, pero gracias a Dios, sus objetos de estudio –o sea nosotros—tenemos el privilegio y la suerte que eligiera ser la mente brillante que nos entienda y nos explique por qué chucha no somos civilizados.

El politólogo regio no vive en el país, obviamente. Es un ciudadano del mundo, un hombre de sus tiempos globalizados, mínimos tres pasaportes. Vive a salta de mata entre la universidad gringa que lo acoge, y los países que recorre por conferencias, congresos, becas. Prefiere Europa obviamente para las vacaciones, pero siempre tiene –tiene—que pasar por el Tercer Mundo para comprenderlo, estudiarlo. Suele ir al país para tomar lonche con sus tíos y/o con la élite intelectual local, dar un par de entrevistas a los medios regios y oler un poco de lo que está pasando entre la PUCP y Miraflores. Para sus tíos-decanos-lumbreras del país, sólo el politólogo regio salvará al país (tú no compare, si a ti te dice Juan Carlos en vez de José Carlos, tas cagao). Es que en dos días el politólogo regio saca línea de quién va a ganar en el 2021, no ves que es regio? El politólogo regio sólo se junta con otros politólogos regios. Su novia también tiene que ser regia y si tiene pretensiones intelectuales mejor (también podría ser abogada, pero se prefieren de Humanidades).

Usted, estimado lector, podrá reconocer al politólogo regio en el momento en que éste se pare en un cancha de fulbito o en una pista de baile. Mírelo ya que será el único instante en el que se sentirá vulnerable. Es su talón de Aquiles. Me olvidaba, también podrá reconocerlo porque el politólogo regio no tiene guata (tampoco ritmo). Probablemente no conocerá la canción de moda y dirá: “yo no bailo raeggetón”. Probablemente, si es peruano, será hincha de Alianza, en su pretensión culposa de sentirse popular.

El politólogo regio no es sólo un fenómeno nacional. También podrá encontrar sus variantes en otros países latinoamericanos. En los congresos internacionales se le reconoce con facilidad. No hace amigos, sino hace “networking”, distribuye tarjetas personales como volantero de Wilson, y sólo se junta con las politólogas regias, o sea con las chicas Almodóvar de la ciencia política ibérica (you know).

El politólogo regio no es sólo un fenómeno generacional. Yo tuve como alumnos a futuros politólogos regios. El joven politólogo regio se considera a sí mismos de la “élite”, es endogámico y no quiere hacer prácticas a las cuáles suele denominar “chamba de mono”. Por el contrario, se imagina que algún día cercano, mientras toca alguna de Dylan en su cochera, algún politólogo reconocido, digamos Tanaka, lo llame por teléfono y le diga: “Quieres ser co-autor de mi próximo libro?”. El joven politólogo regio se lo merece. No ves que es regio?

Alrededor de este grupo de jóvenes politólogos regios pululan chicos que aspiran a ser politólogos regios; pero no pues, mira muchacho, acá entre nos, nunca serás un politólogo regio, ni aunque tengas un blog, ni aunque persigas a los profesores a diestra y siniestra, ni aunque salgas en las fotos de Somos de refilón. (Por cierto, el politólogo regio no tiene blog). Si no me crees, mira la foto y compara (fuente: Men.Style.com).

Yo no podría ser un politólogo regio aunque quisiera. Prefiero ser un politólogo chill-out.

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Thursday, August 14, 2008

Nicaragua: La revolución y tú

La revolución sandinista fue un emblema para los grupos de izquierda de toda América Latina. Luego de la revolución cubana, era la segunda que triunfaba en nuestro continente, y ésta no era de barbones ni exclusivamente guerrillera, pues implicaba un movimiento social amplio y convocante, en una sociedad hastiada por el cruel somocismo. Para muchos fue un hito. En nuestro país, el MRTA decidió tomar la vía armada precisamente luego de evaluar el triunfo sandinista. Ya no sólo era Cuba, sino también una Nicaragua sin Somosa, que otorgaban sobre todo la fe (antes que la justificación) en un fantasma que supuestamente iba a recorrer el mundo.

Casi treinta años después, los sandinistas están de vuelta en el poder. Pero no del modo que los más optimistas previeron en la historia. Un niño que regala adornos a cambio de propinas en la Plaza de la Revolución en Managua interrumpe una conversación y dice: “el Palacio del Pueblo está cerrado porque seguro hoy viene el maldito de Daniel”. Un niño sentencia con inocencia y sabiduría retratando en una frase de rabia pueril lo que ve alrededor: publicidad estatal tan despilfarrada como la miseria, desazón de una promesa devaluada a punta de arbitrariedad, y la exacerbación de un idealismo que no va a la par con los tiempos. La revolución sandinista pasa a mejor recuerdo, si alguno, mientras se diluye en la furia de sus promesas incumplidas. Que mayor confusión entre Estado y Partido si la sede del Ejecutivo es el local del FSLN. Que mayor compenetración entre Partido y caudillo, si el local del Frente es la residencia presidencial. Que mayor desilusión que la que lleva este niño de la calle.

Managua es una ciudad disputada por monumentos, una lucha permanente por la memoria histórica, cuyo equilibrio (y reconciliación) están aún lejanos. Los triunfadores, acaso alguno, son coyunturales, y la historia oficial dura lo que dura un gobierno. Por ahora, la Plaza de la Revolución esta reluciente y florida; mientras que el Parque de la Paz es prácticamente una incomodidad abandonada. Si el gobierno no fuera sandinista, quizás la disposición de la ciudad fuese otra. La historia no pertenece a los nicaragüenses sino a los que están temporalmente en el poder.

En medio de la verificación del fracaso revolucionario, tu mirada me desconcierta y toma por asalto cualquiera de mis precauciones. Trato de tomar nota de cómo ordenas tu cabello, de tu timbre de voz cuando te emocionas. Pero resultas igual de esquiva y utópica. La eternidad contigo es instantánea, un sueño loco y efímero que se esfuma ante la penosa constatación de los códigos postales distintos, de direcciones que nunca serán las mismas, de charlas que no continuarán. Sólo queda despedirse amicalmente --sin despertar sospechas-- al borde de la cama (que parece ser el borde de un abismo). Volteamos la página confiando ilusamente, casi por cortesía, que “algún día nos volveremos a ver”.

Hoy, mientras dejo Nicaragua leyendo el libro del que hablabas, confío en que la revolución permanecerá en las enciclopedias de historia, y tu sonrisa en las fotos del facebook.

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Monday, August 11, 2008

La memoria de La Memoria 2

“Los tiempos de la memoria son distintos”, fue una de las frases que más me aleccionaron cuando trabajé en la CVR. Creo que es el momento de demostrar la lección aprendida.

Hace unas semanas propuse hacer una suerte de “memoria de La Memoria” como una reconstrucción “behind the scenes” de aquella institución. Plantee además compartir testimonios, cuán más políticamente incorrectos mejor. “Con el ánimo de joder” (y sin mala leche) que caracteriza a este blog. Luego de que algunos se unieron al llamado, de haber recibido algunos testimonios voluntarios y de escribir algunos posts (no publicados) recordando situaciones incómodas, he llegado a la conclusión de desistir de tal tarea. Para decirlo de un modo más directo: “arrugo”.

La razón es sencilla: cualquier tipo de críticas, incluidas las cachosas que propuse, podrían terminar perjudicando aún más a una causa aún débil, que requiere de todo tipo de apoyo, y –por el momento—resulta conveniente dejar de lado cuestionamientos, seamos sinceros, secundarios. Las historias de vida cotidiana laboral de la CVR –que eran las que me interesaba resaltar-- quizás hayan tenido el mismo nivel de frivolidad que el de cualquier centro de trabajo, pero ello no debe empañar la gran labor que se hizo. A la que yo mismo contribuí, y de la que me siento orgulloso.

A veces los ánimos de joder pueden ser contraproducentes y creo que esta vez iba a serlo. No tengo ningún interés particular en plantear críticas a la CVR. No tengo ningún tipo de resentimiento con esta institución –por el contrario, aprendí y me desarrollé profesionalmente ahí--; ni posición política o ideológica opuesta. Sé que hay algunos que sí tienen sus paltas y sus fijaciones, y la verdad no quiero caer, ni por casualidad si quiera, dentro de ese grupo de fujimoristas pragmáticos, búfalos mediocres, e intelectuales progresistas que aún no resuelven sus paltas de juventud.

Quedará en la conciencia de los intelectuales y profesionales que trabajaron ahí la falta de seriedad con la que asumieron esta responsabilidad. Una vergüenza por los que no estuvieron a la altura. Por mi lado, me he dado cuenta, que hay cosas con las cuales no hay que joder, ni siquiera en broma. ¿Será que estoy perdiendo las ganas de joder? ¿Por qué será?

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Como acabar de una vez por todas con los restaurantes de comida peruana en el extranjero (o historia de una peruana en San José)

Ella se fue de Lima luego de no poder querer a alguien que debió haber querido. Pero desde que llegó a San José, no pasó un día sin recordar a quien debió haber olvidado hacía tiempo. Nunca supo la razón exacta por la que sentía que escapaba: si el fracaso de la relación que hubiese solucionado los problemas de su vida o la aceptación que seguía tercamente enamorada de Él. El tiempo iría confirmando la segunda hipótesis.

Le costó adaptarse a su nuevo hogar. Pero creía que la añoranza por Lima iba a terminar diluyendo mecánicamente las penas del viejo amor. Sucedió todo lo contrario. Volvió a escribirle, a desbloquearlo del messenger, a llamarlo por teléfono, a desempolvar sus fotos, a reconocer que sólo con Él sería sinceramente feliz.

Su compañera de piso fue la testigo de aquellas llamadas de madrugada, impetuosas luego de unos tragos de más. La amistad fue creciendo a punta de confidencias, de recuerdos, de las historias que Ella recordaba vívidamente en cada palabra que pronunciaba cada vez más con el acento propio del lugar. Él se convirtió en una suerte de héroe de historia rosa, de galán pobre de telenovela de dos de la tarde, que fue siendo el preferido de las confidencias de dos amigas al apagar la luz del velador que compartían. Una de esas noches Ella le confesó un sueño: fantaseaba con la idea que un día Él entrase en el restaurant de comida peruana donde trabajaban. La compañera de piso le prometió irresponsablemente que eso sucedería.

Siete años después, Él viaja a San José a una conferencia de politólogos latinoamericanos. Un colega ecuatoriano le propone ir a cenar a un restaurant de comida peruana muy popular en la ciudad. Dos colombianos se unen a la idea. Deciden ir al local más cercano de la universidad donde se desarrolla el evento (el restaurant de comida peruana ha sido un éxito y en los últimos años han abierto dos locales más).

Él y sus colegas politólogos llegan al lugar. Piden una mesa al lado del jardín, en la zona de fumadores. Dada su nacionalidad, Él es el encargado de las sugerencias de la carta. Él sabe que quiere un arroz con pollo. Luego de unos tragos, bromea con la mesera, a quien le pregunta cuánto lleva trabajando en el restaurant. Al darse cuenta que es buen tiempo, le pregunta si conoció a Ella. “Fue mi compañera de piso”, responde. Él le confiesa que de más jóvenes fueron novios, a lo que ella pregunta incrédula: “Vos sos Carlos?”.

Él le cuenta el final de la historia: Ella finalmente regresó a Lima y Él fue a recibirla al aeropuerto (sería la primera vez que el Jorge Chávez se vería envuelto en este tipo de historias). Hicieron una gran fiesta de bienvenida, a la que acudieron muchos amigos en común. Comieron, bebieron, bailaron. Volvieron y fueron felices, pero por poco tiempo. Él se enamoraría de otra mujer y dejaría el país algún tiempo después. Ella retomaría sus estudios de administración hotelera y se graduaría con honores. Ahora Él, le cuenta, sabe muy poco de Ella: sólo que se va a casar en Octubre con un tipo tres años menor, y que ha estado últimamente mal de salud (no se atreve a decirle que Ella perdió un embarazo de tres meses). Intercambian correos electrónicos, se toman una foto y Él promete enviársela. Se despiden. La ex compañera de piso le dice: “el mundo es pequeño, mirá vos, finalmente pude conocerte”, como aliviada de qué por fin el personaje de aquellas historias tuviera un rostro. Él sonríe y mira por última vez los salones del restaurant, imaginándose a Ella en el lugar. Recuerda su sonrisa y jura que nunca más visitará restaurantes de comida peruana en el extranjero.

ps. Otras historias se llevarian acabo en otros restaurantes de comida peruana en el extranjero, ver antecedentes.

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Wednesday, August 6, 2008

Después de la tormenta…

Que mundo hostil, sufrir fue permitido (A.C.)

Luego de las amenazas de tormenta que nos envían a los sótanos por más tiempo de lo debido, las calles quedan empapadas y la gente vuelve a retomar su vida con una actitud condescendiente con la alarma, apenados en el fondo por la exageración de sus autoridades. Los perros sufren el desconcierto de salir a los parques más tarde que de costumbre, los bohemios disimulan un ataque de previsión y chequean el canal del tiempo antes de entregarse a la noche; mientras otros salimos a arrastrar una maleta hacia el aeropuerto confiando en la fortuna y en el vigor de un paraguas prestado.

Me siento repitiendo la misma escena nuevamente, con el guión memorizado a la perfección: mala noche, somnolencia, mochila al borde del colapso, pasaporte, ticket aéreo, y recurrentes actores secundarios. Mientras el bus me lleva al downtown, constato a través de la ventana que la soledad de la noche es perversa hasta con las grandes metrópolis. Al llegar a la estación de tren, sólo hay dos personas más: un tipo obeso discute con un jovenzuelo vestido con ropa deportiva de la actualidad del teatro de Shakespeare. (Una nostálgica estación de tren después de un aguacero en la madrugada de una ciudad que podría ser Chicago o París).

Ya desde el tren que conduce al aeropuerto van apareciendo esos inadvertidos compañeros de ruta. La rubia de mediana edad y sus dos pequeños hijos que hacen fila en la aerolínea que viajas. La pareja de mochileros que, al igual que tú, ha sido, as usual, “randomly selected” para pasar por el screenning. La familia de vacaciones que comenta en voz alta el futuro que tienen para el hijo mayor mientras esperan en tu misma sala de embarque. Luego de unos minutos, una voz en off anuncia un retraso de dos horas en el vuelo, ante el abatimiento de los oyentes y la sonrisa profesional del personal de la compañía. Sabes que no llegarás a tiempo a tu conexión ni a tus planes. Piensas: ocho horas más en ese mísero aeropuerto de Fort Lauderdale que cachosamente lleva el nombre de Hollywood International Airport. Ahí es cuando el drama se convierte en tragicomedia.

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Friday, August 1, 2008

Ciencia Política (y Caribe)

La próxima semana inicio un entusiasmante periplo, arrancando en Centro América. El motivo/pretexto es el IV Congreso de ALACIP 2008 que se realizará en San José - Costa Rica. ALACIP es la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política, una suerte a APSA latina --guardando obviamente las distancias--, integrada no sólo por académicos latinoamericanos, sino también europeos y gringos. De hecho hay una significativa presencia de académicos españoles en el impulso de esta asociación. A diferencia de LASA, este es un espacio dedicado exclusivamente a la Ciencia Política.

El programa (una versión preliminar se encuentra en la web oficial del congreso) advierte cuatro días activos e interesantes. Figuran entre los ponentes algunos nombres “senior” como Scott Mainwaring, Timothy Power, Jonathan Hartlyn, Manuel Alcántara, Marcelo Cavarozzi, Daniel Levine, Daniel Zovatto; también jóvenes pero recorridos como Aníbal Pérez-Liñán, David Altman, Flavia Friedenberg, Felipe Botero, por mencionar sólo los que ubico a primera vista en el programa. De Perú van Rafael Roncagliolo y Rolando Ames, quiénes estarán en la mesa de “Democracia y Gobernabilidad”. Lamentablemente no podré oírlos, porque a la misma hora presento mi paper “La estrategia subnacional del APRA 2002-2006” en la mesa “La Emergencia de los Niveles Sub-nacionales en la Región Andina”, que comparto con Simón Pachano, Carlos Guzmán y André Coelho. ¿A cuál de las dos mesas iría Usted? (Por cierto, la historiadora peruana Roisida Aguilar también figura entre los participantes).

Ps. Postearé menos las próximas semanas (aunque ya tengo listo algunos posts sobre La memoria de La Memoria), precisamente debido a que luego de Costa Rica, estaré viajando por Nicaragua (mandaré saludos a Ortega, de tu parte Javicho) y por Honduras (incluido unos días Wild On en el Caribe, uhummmm); luego aprovecharé unos días de verano en Nueva York, y finalmente un road-trip-Thelma-y-Louise entre NY y South Bend como para terminar las vacaciones. Servido, señores. Y como para ponerle un sound track a la primera parte de la travesía, sólo a la primera, les dejo este videíto del recuerdo.


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