Sunday, May 24, 2009

¿Qué es un outsider? (O la historia sin fin)



El outsider de 1990 habla del outsider del 2006 que no es más un outsider y de una no-outsider que no sabe qué es más allá de la hija de su papá. Me refiero a las opiniones de Vargas Llosa sobre Ollanta Humala y sobre Keiko Fujimori. La campaña electoral hacia el 2011 parece va a ser larga y de un inicio prematuro, pero al igual que la anterior creo que carecemos de un glosario básico para poder entendernos analistas, periodistas, ciudadanos-de-a-blog y ciudadanos-de-cabina-de-internet. Este es un intento de buscar precisiones en medio de tanta bulla.

Hace tres años escribí una columna que lleva el mismo nombre de este post. Como sostuve, un outsider es alguien nuevo en política. Pero no todos los nuevos en política son outsiders. Para serlo su capital electoral tiene que provenir desde afuera del sistema político. Por ejemplo, las elecciones de 1990 se disputaron claramente entre dos outsiders: Vargas Llosa (cuyo prestigio provenía de la literatura) y Alberto Fujimori (docente universitario pero básicamente un desconocido). La diferencia entre ambos tiene que ver con otra característica con la cual se suele confundir a los outsiders: su discurso político. Vargas Llosa tenía claramente un discurso tolerante a los partidos del sistema. Es más, era el candidato de una alianza partidaria. Vargas Llosa, entonces, era un outsider pero leal al sistema político. En cambio, Fujimori tuvo y promovió un discurso contra el establishment político. Además de outsider, era un anti-partido. Como vemos, ambos conceptos no son sinónimos, pueden coincidir en algunos casos; pero en otros no.

¿De dónde vienen de los outsiders? Fuera del sistema político, como podrían ser los medios de comunicación (Belmont, 1989; Lombardi, 2006), el deporte (nuestras congresistas voleibolistas, Tait en el 2001; Pérez del Solar y Uribe en el 2006), y las fuerzas armadas (Humala, 2006). (Ver el artículo de Beto Ortiz sobre los “outsiders parlamentarios”). Es interesante enfatizar el patrón que se ha formado en Sudamérica con ex militares golpistas de rango medio. Tanto Hugo Chávez en 1992, Lucio Gutiérrez en el 2000 y Ollanta Humala en el 2000 intentaron golpes militares a presidentes elegidos democráticamente; y años después, amnistiados, iniciaron una carrera política que los llevó a ganar elecciones (Humala ganó la primera vuelta el 2006, recordemos). Sin embargo, una vez que entran al juego electoral, un outsider deja de serlo: Humala ya no es más un outsider porque ha entrado a las reglas del juego electoral y permanece bajo ese sistema; es más, constituye un partido político.

¿Qué es ser “anti-sistema”? Dado que nuestro sistema político es de baja institucionalización es difícil identificar patrones de carrera política. A veces los límites entre lo que es el “sistema” y lo que no lo es son muy difusos. Por eso es que la misma noción de “sistema” es complicada. Planteo una definición política (y provisional) de sistema como el espacio de la lucha política institucionalizado (Congreso) o informal (movimientos sociales) que respeta ciertas normas de juego establecidas (electorales, respeto a la competencia partidaria). No incluyo posiciones políticas sobre la economía.

Entonces, ¿quiénes serían los outsiders y los anti-sistemas en el 2011? Hagamos el ejercicio de acuerdo con los patrones que hemos definido. Keiko Fujimori no sería para nada una outsider, ya que actualmente ocupa un cargo como congresista como parte de una organización política con representación parlamentaria. Sin embargo, sí por lo menos temporalmente mantiene un discurso político anti-sistema en lo político (como dije vamos a excluir de esta discusión los temas económicos), que podría moderar de acuerdo con las alianzas políticas electorales. El padre Marco Arana tampoco me parece un outsider. Efectivamente, se trata de un religioso, pero, como él mismo lo ha señalado, su capital político lo ha construido en la “lucha social”. Es un dirigente social más, como lo sería por ejemplo Mario Huamán o Alberto Pizango (este último de posiciones políticas radicales, pero para nada un outsider). Más bien es una muestra de cómo el sector no gubernamental empieza a tener un rol más protagónico en la política electoral (es un candidato ONG). Ante la ausencia de partidos y de organizaciones sociales fuertes, son las ONG las que llenan ese vacío de promotores de liderazgos en la sociedad civil. En el plano político, no considero que Arana tenga un discurso anti-partidario, ni anti-establishment; pero sí anti-minero (eso lo trataré en otro post). Quienes sí serían eventualmente outsiders serían tanto el general Donayre o Jaime Bayly, por dar algunos ejemplos de nuestro folcklore político. Lo más probable, conociendo sus antecedentes (por ejemplo, la campaña por el voto viciado de Bayly el 2001) es que sean también anti-partidos.

A continuación les presento un cuadro resumen, que es una adaptación de un artículo recomendable: Kenney, Charles. “Outsiders and anti-party politicians in power”, Party Politics, 1998. Asimismo, la referencia sobre un artículo que escribí sobre el fenómeno de los outsiders en América Latina.
Ps. Nota aparte merece los comentarios de Vargas Llosa que llama "insensatos" a los ciudadanos que decidan votar Humala y K. Fujimori en el 2011, escenario que no sería posible siquiera en "hipótesis de trabajo". ¿En qué momento se jodió Vargas Llosa?

Monday, May 18, 2009

Curso. Conflictos Sociales: enfoques teóricos y su aplicación al caso peruano

En un par de semanas estaré en Lima por unos días y aprovecharé para dar un pequeño curso de 5 sesiones sobre “Conflictos Sociales: enfoques teóricos y su aplicación al caso peruano” en el Centro Cultural de la Universidad Católica. Al igual que el curso que dicté el año pasado, presentaré diversos enfoques que se discutirán a partir de ejemplos concretos, en la mayoría de los casos a partir de artículos o investigaciones cualitativas que he realizado (Ilave, Quilish, VRAE). Pero además esta vez presentaré los resultados preliminares de un estudio cuantitativo que vengo realizando a partir de una base de datos propia que he construido sobre conflictos sociales.

Algunas de las “pepas” las compartiré también en el blog: ¿Es cierto eso de que los conflictos se originan por “ausencia del Estado”? ¿Cuál es la relación entre las preferencias electorales por determinados candidatos presidenciales y los niveles de conflictividad social? ¿Es cierto que las radios locales juegan un papel de “azuzadores” de los conflictos? Nada de rollos, ni de falacias. Pura evidencia empírica basada en distintas aproximaciones teóricas. Informes aquí.

Relación de temas y descripción de contenidos

Primera sesión: ¿La pobreza como origen de las protestas?
Presentación. Una aproximación probabilística para entender los conflictos sociales en el Perú
Teoría de la privación relativa.

Ted Robert Gurr (1970) Why Men Rebel?

Segunda sesión: Los “recursos” para la protesta.
Teoría de la movilización de recursos.
El caso de las protestas amazónicas 2008-2009.

John McCarthy y Mayer Zald (1977) “Resource Mobilization and Social Movements: A Partial Theory”. American Journal of Sociology, 82, 6 (May).

Tercera sesión: ¿Si yo protesto, los demás protestan?
Teoría de la acción colectiva.
El caso del Quilish, 2004

Deniss Chong (1991) Collective Action and the Civil Right Movement.
Mark Irving Lichbach (1998) The Rebel’s Dilemma.


Cuarta sesión: ¿Cuál es la oportunidad para protestar? ¿Cómo se “vende” una protesta?
Teoría de la estructura de la oportunidad política.
Teorías culturales. Los repertorios de la violencia.
El caso de Ilave, 2004; El caso de los movimientos cocaleros, 2002-2006.

Doug Mc Adam (1982) Political Process and the Development of Black Insurgency. 1930-1970
David Snow et.al. (1986) “Frame Alignment Processes, Microbolization, and Movement Participation”. American Sociological Review, 51 (Aug).

Quinta sesión: Los conflictos sociales en el Perú actual. Hipótesis y evidencias.

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Sunday, May 17, 2009

No Words







Nytimes (el video está buenísimo)
El Pais
El Comercio
Perú21
El discurso
Fotos: NYTimes y propias

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¿Quiénes son los que discriminan?


¿Somos los peruanos capitalinos indiferentes a los reclamos amazónicos? ¿Las protestas sociales que vienen sosteniendo las “comunidades indígenas” de la selva peruana se deben al desconocimiento de sus derechos colectivos y al abuso prepotente de parte de un Estado etnocéntrico? Me conmueve la facilidad con la que muchos analistas han visto despertar su sensibilidad autóctona y convertirse en defensores de las “comunidades nativas” de la Amazonía, casi de un momento a otro. Intuyo en ellos –algunos inclusive que acusaron a Aldo Mariátegui de racista por el asunto Supa-- un cierto sentido de discriminación hacia el sector movilizado. Paradójicamente por convertirse en defensores del “otro”, del “marginado”, del “nativo”, caen en una suerte de discriminación positiva, que delata su visión paternalista, la mirada desde un superior hacia el “otro” desvalido.

Para muestra un botón. Muchos han celebrado la caricatura de Carlín por ser “la primera” que coloca el tema indígena en el plano subversivo del humor político. “Bravo!”, dicen, analistas, políticos, bloggeros de la argolla y bloggeros patriotas. A mí, me parece una caricatura francamente discriminatoria (¿Qué pasó, maestro?). Voy a fungir de analista culturoso para ello (un cruce entre el Fundo Pando y Paseo de Los Andes, con 10 minutos en la Plaza San Martín, y 15 hablando con el guachi de mi chamba). Ustedes dirán si cumplo la tarea:

En el dibujo, Yehude Simon y Javier Velásquez Quesquén son caricaturizados como normalmente el dibujante hace con todos los políticos y sujetos de su humor. En cambio los ciudadanos de la selva, vestidos de manera tradicional y no de la manera cómo se han presentado ante la prensa, no “tienen rostro”. Es decir: son todos iguales. No se resalta ningún rasgo particular entre ellos. Al homogeneizarlos, se desdibuja sus rasgos individuales. Y no es que no los tuvieran. Alberto Pizango, por ejemplo, podría haber estado en medio de los dos políticos (chiclayanos, además). Finalmente los tres son provincianos. Pero no. Pizango ni siquiera es referido y los retratados son despersonalizados bajo el semblante de una mirada triste, frente a la “viveza” de los otros dos políticos más experimentados. Simon y Velasquez son individuos, los “indígenas” son mancha. Me hace recordar el poster del Festival de Cine de la PUCP, por el que le cayó tanto palo a Sandro Venturo, en el que se “escondía” la cara de una persona. Ahora se muestran, pero como si no existieran. Al “chuncho” no se le toca, ni con el pétalo del humor.

Me da la impresión que en muchos de los que fungen de “defensores” de estas causas “políticamente correctas” terminan evidenciando su subconsciente paternalista. ¿Cómo te vas a burlar de un “indígena”? No por Dios! Porque finalmente la burla, la broma, el apodo, es entre “iguales”. El “otro” no merece la horizontalidad de la burla, sino lástima y conmiseración. El lenguaje precisamente traiciona a tanto analista “correcto”. Así, por ejemplo, para Juan de la Puente se trata de “nativos” y “peruanos originarios”. Fíjense: nadie usa la palabra “ciudadanos”; se refieren a ellos como “comunidades”, “nativos”, “indígenas”, “pueblos”. Y si por algún motivo te atreves a criticar algún comportamiento que consideras inadecuadamente político (como se “atrevió” a hacer Santiago Pedraglio en su columna), ya eres simplemente un “facho”, pues, un “neoliberal” (Pedraglio neoliberal??? Jajajaja).

Finalmente, se reclama que recién los medios de comunicación han decidido cubrir esta noticia, a pesar que la protesta lleva meses. Esa sería la mayor muestra de que estamos viviendo de espaldas a la Amazonía. Perdonen, pero esto no es nada particular contra los ciudadanos de la selva. Pasó lo mismo en Ilave en el 2004 y en Moquegua en el 2008. Así es la prensa capitalina, discrimina a todos por igual. Y nuestro Estado centralista, también.

Pd. Prometo, ahora sí para el próximo post volver a mi rol de “conflictólogo” y analizar las protestas amazónicas. También viene un “por qué protestan los gringos” sobre las manifestaciones en contra de la visita de Obama a la Universidad de Notre Dame, donde estudio (un adelanto). Si pes, el negro está en mi barrio, literalmente. Uy, dije “negro”. Ya fui.
Actualización:
Análisis de Daniel Salas sobre la caricatura de Carlín (y otra de Alfredo)

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Saturday, May 16, 2009

El analista reina-de-belleza (II): Los conflictos sociales

El analista reina-de-belleza tiene también la respuesta de siempre para los conflictos: la pobreza. "A más pobres, más conflictos". La pobreza no merece diagnósticos, no? Es más: cómo se le ocurre a alguien cuestionar siquiera que la “pobreza incuba la violencia”. Pero en fin, siguiendo la misma lógica, vemos que la pobreza está en todas partes, pero no en todas partes hay conflictos.

Y si no es la pobreza, es la desigualdad. Para aquellos que la proponen como variable explicativa, el crecimiento económico agranda las brechas entre los que tienen y los que no, y sacan la fórmula de turno: "a mayor crecimiento, más conflictos". Eligen los casos que más les convienen y ya está. Algunos inclusive se la pueden dar de sofisticados y encontrar relaciones no-lineales, monotónicas, etc., pero siempre en base a variables económicas. El problema es que tratan de encontrar en este tipo de variables –estructurales, de largo plazo, de largo alcance—la explicación de coyunturas determinadas. Simplemente es absurdo: ¿Cómo se puede explicar el incremento de conflictos de un mes para el otro apelando a las estructuras? ¿Acaso la distribución de la riqueza varía tanto de un mes para otro de modo que pueda afectar en un cambio tan inmediato la conflictividad de un país? ¿Es que los promotores de las protestas están con un ojo en la bolsa de valores para de acuerdo con ello organizar o no el paro de la semana? “Jalado” en sentido común (pero clasificaron para las OlimpiadasEscolares de Matemáticas).

Sucede que “echarle la culpa” a la pobreza y a la desigualdad, a las estructuras en general, es “nice”, es políticamente correcto, es “progre”, te bajas en una a “Alan “y al “capitalismo salvaje”. Mostro. Pero es finalmente una respuesta de reina de belleza. El la-pobreza-es-la-culpable suena a busquemos-la-paz-mundial. “Cómo no va a ser si la pobreza está en todas partes!”, diría consternado nuestro sensible analista. Pero claro si alguien dice que se trata de operadores políticos que están detrás de los conflictos, eres simplemente un “facho”, “un conservador”, “un derechista”.

La teoría de la movilización de recursos (Olson, Zald) y de la estructura de oportunidad política (McAdam, Tarrow) ponen énfasis al papel de los operadores políticos, el soporte organizacional y la capacidad de recursos para la movilización como los factores que ayudan a entender los conflictos: pobreza hay en todas partes, diría Zald, pero no en todas partes hay conflictos (insisto en esto). Por ello, permanentemente propongo analizar el componente de los recursos organizativos para entender estos casos. No es casual que, por ejemplo, las protestas amazónicas recientes tengan el respaldo de organizaciones sociales locales, redes de movimientos indígenas, ONGs, iglesias; no es casual que en los últimos años haya crecido el entramado social orgánico de este sector de la ciudadanía. Finalmente pobreza y explotación siempre hubo en la selva desde la época del caucho, ¿o no? (el próximo post trataré exclusivamente sobre las protestas amazónicas).

Propongo mirar la foto completa y no de manera parcial como promueve el analista-reina-de-belleza. Hay que ver la pobreza, de acuerdo, pero no de manera aislada y excluyente. Ya llevan 50 años encontrando las “causas estructurales” para todo, desde el gobierno de Velasco, Sendero, los outsiders, y ahora los conflictos. La insatisfacción que está detrás de las protestas es finalmente organizada por operadores políticos. Ahí está una variable que aparentemente es “políticamente incorrecta” (“los radicales”, “los azuzadores”), pero que a mi entender es clave para entender el nivel de conflictividad en el país. Ello no debe significar una división entre los progres-sensibles-la-pobreza-es-la-culpable o los insensibles-de-derecha-los-radicales-tienen-la-culpa. Un poco más de variables políticas y de Sartori para las bibliotecas donde pululan los marxistas, y los culturosos. De otro modo, estaremos “más confundidos que Confucio”.

Foto: Giousué Cozzarelli, "más confundida que Confucio".

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Wednesday, May 13, 2009

El analista reina-de-belleza (I): Partidos políticos

Algunos analistas me hacen recordar las preguntas de los concursos de belleza. Las respuestas para cualquier interrogante son las mismas: la pobreza. ¿Por qué hay conflictos? Porque hay pobres. ¿Por qué gana Humala la primera vuelta? Porque hay pobres. ¿Por qué hay “anti-sistemas”? Porque hay pobres ¿Por qué Renato Cisneros no encuentra novia? Porque hay pobres. Son como las respuestas cliché dignas de concursante panameña, de que los que “admiran al Papa” o quieren “promover la paz mundial”. Son los analistas-reinas-de-belleza.

Las ciencias sociales en el Perú han definido el quehacer de la investigación social en torno a variables independientes socio-estructurales. Las “causas, determinantes o factores” que permiten entender determinado fenómeno social suelen ser “estructuras sociales”. La pobreza, las clases sociales, o la cultura son los lugares comunes a los que recurren sociólogos, economistas, y antropólogos, no sólo para dar cuenta de fenómenos históricos de largo plazo (donde tendría más sentido), sino para explicar inclusive coyunturas y procesos del corto plazo. En este post me voy a referir a un ejemplo en particular: cómo se analizan los partidos políticos.

El analista reina-de-belleza (ese que va a salto de mata entre columnistas, fichas bibliográficas que le hacen sus alumnos, cafés con sus patas en el San Antonio y debates bloggeriles) recurre a las estructuras como la respuesta fácil e inmediata para entender los partidos políticos y el comportamiento electoral. Es el tipo de respuesta que no requieren pruebas, ¿no? Los partidos y sistemas de partidos serían el reflejo de las estructuras sociales, de clivajes sociales, de diferencias entre los niveles de crecimiento económico, expresan los niveles de integración y heterogeneidad cultural. Los pobres votan “inevitablemente” por unos; los “indígenas” inevitablemente por otros (o por los mismos). Ya para qué analizamos campañas si ya se saben los resultados de los próximos cincuenta años. Siempre el marginal terminará votando por eso a que instintivamente llaman “el anti-sistema”. (A ver…Quien me trae una definición del “anti-sistema”? ……. Ahhhhhhhh)

Giovanni Sartori propone lo contrario: el partido no es una consecuencia de la clase social; sino un grupo social puede recibir su identidad “clasista” gracias a un partido (“atrás, vade retro”, diría el analista-reina-de-belleza). (Leer por ejemplo: Paper Stones de Przeworski y Sprague) La agencia política de las dirigencias es capaz de modelar un discurso atractivo. En ese sentido, la organización y las decisiones de las élites pueden ser tan o más importantes que las estructuras sociales.

De acuerdo con Sartori, esta predilección que se tiene por las respuestas estructurales se basa en un “objectivist bias”: la política es un artefacto, y es en la sociedad donde se encuentran los “hechos”. Precisamente a partir de este punto es donde interviene el aporte del politólogo que para evitar la “superstición objetivista” propone variables políticas, quizás más sensibles al corto y mediano plazo, como el comportamiento de las élites, la capacidad organizativa, el papel movilizador de los operadores políticos, etc. En el caso de este último insisto que el operador político ejerce un poder persuasivo de influencia en el votante o en el ciudadano movilizado que puede ser mayor inclusive que el de los determinismos sociales.

Pd. Los grandes demuestran sus cualidades en todas las canchas. Sartori acaba de presentar en sociedad a su novia cuarenta años menor que él (ver foto). Un grande. Ahora reparo en que los politólogos que más admiro (un italiano, un polaco y un argentino) son reconocidos “chiboleros”. Esas son las reinas de belleza que las ciencias sociales necesitan.

Pdd. El próximo post: el analista-reina-de-belleza “entendiendo” los conflictos sociales.

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Tuesday, May 12, 2009

chica, vete a tu casa, no podemos jugar...



Me asomo a la ventana,
eres la chica de ayer.
Demasiado tarde para comprender...

Antonio Vega (Nacha Pop), in memoriam.

Sunday, May 10, 2009

Mi viejita y las ciencias sociales

Teníamos un pequeño bazar en un mercado cooperativo de mi barrio, en Zárate. Todas las mañanas acompañaba a mi madre a “abrir el puesto”. Intuyo que mi vocación por las ciencias sociales debe haber nacido en ese lugar. De niño no llegaba siquiera al mostrador, pero desde atrás de él veía una variopinta cantidad de gente pasar, previa explicación materna: “ahí viene la pituca, ella siempre me compra algo”; “esa pareja, no pueden tener hijos, pero no se cansan de comprar juguetes, que pena, y son tan jóvenes”; “ya me cansa el vendedor de perfumes, ese es un palabrero”. Desde aquél asiento detrás del mostrador fui creciendo y sacando mis primeras “conclusiones”: la “pituca” bien maquillada, de aretes inmensos y labios pintados, aquellos signos “exteriores de riqueza”; la pareja de esposos jóvenes que exorcizaba la ansiedad de la espera, comprando juguetes para un niño que no tenían certeza si nacería; el vendedor de una sola camisa, pero siempre recién planchada y almidonada, que con portafolio en mano iba de puesto en puesto convenciendo del éxito que tendría el nuevo perfume de la línea Royal Régimen. Era una suerte de muestra aleatoria de ese mundo de mercado de barrio, la “n” de mi primera encuesta.

Cuando crecí, mi madre ya me dejaba explorar el resto del mercado por mi cuenta. Así fui conociendo la opulencia de los puestos de abarrotes, el colorido de los que vendían útiles de oficina y figuritas Navarrete, la sazón de la señora que vendía la chanfainita más rica que he probado hasta ahora, la belleza serena de Consuelo, la chica de los jugos, una suerte de Lucía Méndez de los pobres…y la jocosidad de mi estimado compadre Tacita (le llamábamos así porque tenía una sola oreja) que me cortaba el cabello gratis porque se moría por mi prima quien nunca le dio bola (“ay tía, si tiene una sola oreja!”). Las bocinas colgadas estratégicamente en las esquinas del mercado servían para anunciar que habían encontrado a un niño perdido o la fecha de la nueva asamblea (mis primeras experiencias con la “democracia participativa”). De otro modo, solo se escuchaban boleros cantineros a propuesta del señor Manrique, el secretario de actividades culturales y encargado del equipo de locución. Los compases de la Cárcel de Sin Sing me devuelven inevitablemente a aquellos metros cuadrados de brasieres, blondas y medias cubanitas.

Una mañana muy temprano tocaron la puerta de la casa. Una banda de asaltantes había ingresado al mercado durante la madrugada a robar varios puestos, incluyendo el nuestro: “comenzaron por el suyo, señora”, dijo un policía. No se me han borrado de la memoria las imágenes de la puerta rota, la mercadería desordenada, los estantes vacíos. (También recuerdo al regidor de Izquierda Unida ofrecer ayuda que nunca se concretaría). Nunca más el bazar Cameg (llevaba las iniciales de mi nombre) volvió a ser el mismo. La crisis de los ochenta nos golpeó aún más y terminamos por vender el puesto donde al lado de mi madre aprendí a conocer a la gente que no se conoce, a formar mis primeros prejuicios sociales en base a conversaciones de diez minutos con cada cliente, a respirar el mundo de los comerciantes pre-SUNAT, a distinguir a simple vista un modesto 32A de un respetable 34B.

Pd. El Perú sufre de Edipo cada vez que llega el día de la madre y no quería ser ajeno a ello. Con este post inicio una sección llamada Homesick (sobre algunos recuerdos de los lugares donde crecí). Obviamente, va dedicado a mi viejita(que hoy día tiene una tienda de abarrotes en la casa) y a la tuya también.


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Friday, May 8, 2009

Cómo entender los conflictos sociales en el Perú (versión para Marxistas)

Hace más o menos un año escribí un post sobre qué elementos deberíamos considerar para entender los conflictos sociales (al menos en el Perú): la frustración de los que protestan, el involucramiento colectivo que permite resolver los problemas de free-rider, los recursos organizativos que permiten la movilización, la oportunidad política del contexto y la forma (o el “framing”) de cómo “se vende” la protesta. Este argumento fue presentado en diversos foros, ante diversos públicos e inclusive fue motivo de un curso (pronto tendré novedades al respecto). Una de las críticas que se hicieron, de parte de académicos y funcionarios no gubernamentales de tradición Marxista, fue que el modelo era “muy agringado” porque no es posible “modelar” las causas de los conflictos sociales. El “error” en realidad se debe a dos lógicas distintas de fondo: mientras que yo presentaba un modelo probabilístico, los críticos exigían una lógica determinista. Es decir mientras que yo hablo de “bajo qué condiciones es más probable un conflicto”, los otros buscan responder “cuáles son los determinantes” del mismo. Ninguna lógica invalida los resultados que se hallen utilizando la otra.

Las protestas de los ciudadanos en la Amazonía, la toma del rectorado de los sanmarquinos, hasta las marchas vecinales de los barranquinos nos devuelven siempre a la discusión sobre la proliferación y variedad de las protestas en el país. ¿Es posible encontrar un modelo detrás de tanta variedad? Yo confío que sí, y que éste debería ser probabilístico.

Finalmente, para que mis amigos marxistas me entiendan, les voy a traducir mi modelo utilizando a Marx, Lenin y Gramsci: la sociedad capitalista ha creado las contradicciones de clase que encuban la frustración detrás de los conflictos (Marx), que también requieren de liderazgo y de organización para llevarlas adelante y así aprovechar las fracturas en las élites (Lenin), y de una entidad colectiva que dé sostenibilidad a la movilización (Gramsci). Marxismo aplicado a los conflictos sociales. Servidos.

Foto de adn.es

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Monday, May 4, 2009

La cara NO es lo de menos



En las últimas semanas se produjo un debate (¿?) a partir de una portada (y reporte) del diario Correo sobre las limitaciones de la congresista Supa en el manejo del idioma español. Para muchos se trató de la expresión “racista” del director de dicho diario hacia la congresista cusqueña; para otros fue una denuncia periodística sobre la calidad de la representación nacional. Creo que en general, es difícil precisar con certeza si estamos ante un hecho de “discriminación (racial)”. Y no es motivo de este post entrar a esa discusión porque me parece que siempre ganará la posición “políticamente correcta”. Todos sabemos que discriminar es “malo”, no? Entonces por ahí no va el debate. Por el otro lado, siempre alguien acusado de hacerlo puede defenderse. No hay salida al respecto.

Sin embargo, creo que detrás de la discusión se han evidenciado dos concepciones distintas de representación política. Por un lado, la “representación reflejo” (Pitkin, 1967) según la cual el representante debe reflejar y parecerse lo más posible a sus representados. Y por otro lado, la “representación elitista” (Schumpeter, 1942) según la cual son las élites las que deben tomar las decisiones. Extrapolando la interpretación a nuestro caso, los que argumentan en el primer sentido dirían: Supa, con sus limitaciones en el español y con su dominio del quechua, expresa y refleja lo que es el “Perú real”. Los segundos dirían que no, los que deben tomar las decisiones y estar sentados en el Congreso deben ser las elites educadas pues son los que tienen los elementos para tomar las mejores decisiones de gobierno. La primera posición diría que existe una sabiduría popular, que está en el sentido común, en el conocimiento empírico de la vida cotidiana. La segunda diría, que el pueblo es ignorante, que no sabe tomar decisiones, y que se requieren personas informadas y especialistas para el beneficio del país. No creo que podamos decir cuál es la correcta, pero si cuál preferimos. Es un eterno debate. Cuestión de elección.

En la línea de la representación como reflejo, les paso el link de un artículo que acaba de salir en el Public Opinion Quarterly. Bailenson y colaboradores en “Facial Similarity between voters and candidates cause influence” muestran los hallazgos de experimentos realizados en varios momentos antes de la última elección gringa. El artículo muestra que (sobre todo cuando los electores no tienen información sobre determinados candidatos) la similaridad facial entre el votante y el candidato tiene mayor significancia que otras variables (filiación partidaria por ejemplo) para elegir al representante. En otras palabras: la cara importa!

Este estudio obviamente tiene limitaciones, y no hay que tomarse como determinante (no lo interpreten que en el 2001 votamos por Toledo porque se parecía al “median cholo”, no generalicen pues). Pero es una pista por donde explorar, en discusiones que están llenas de dimes y diretes, prejuicios y acusaciones, “racistas” e “correctas”. ¿Cómo se imaginan un estudio similar en el Perú? Si en el 2006, los que defienden a Supa hubiesen tenido que votar entre ella y Luciana León (ambas debutantes en política para entonces), ¿por quién lo hubieran hecho?

Abajo: Fotos de uno de los experimentos del artículo citado.

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Sunday, May 3, 2009

USA LOGICA

Esta es una “versión libre” de una canción popular de los ochentas que he parafraseado como USA LOGICA que habla de los sueños de aquellos que persiguen una visión idealizada de la ciudadanía. El coro adaptado es el siguiente:

We are the Greeks
We are the citizens
We are the ones who put El Chino in jail
So let’s start dreaming

There’s a class we’re teaching
Logics for safe your lives
It’s true we’ll make a better day
Just Rendón and me

Bonus track: Una de las “adaptaciones” más famosas debe ser el “We are the Old”, de Al Bundy.

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