Friday, August 31, 2012

El valor de tu verdad


Carla García anuncia su debut como conductora de un reality televisivo diciendo que “la verdad está de moda”. No se refiere al aniversario del Informe de la Comisión de la Verdad --no se equivoque--, sino al éxito del programa “El Valor de la Verdad” que conduce su pata y estrella local Beto Ortiz. El formato es conocido: gente que ventila su vida privada por dinero. La verdad vale, en el mejor de los casos, 50 mil soles.

Hace una década, decenas de ciudadanos contaron en cadena nacional sus verdades sin más retribución que la esperanza de justicia. Eran víctimas del terror que inició Sendero Luminoso. La CVR sistematizó miles de testimonios similares y su resultado fue un Informe, cada vez más polémico.

A pesar del esfuerzo, la lectura de nuestro pasado reciente está sesgada. Los defensores de la CVR y sus rivales discuten sobre interpretaciones ideologizadas de lo sucedido, pero no se percatan de sus sesgos de clase. Progresistas y conservadores comparten una misma flaqueza: sus narraciones están contadas desde las élites, y cuando hacen referencia al mundo popular, caen en el facilismo del prejuicio.

Para tirios y troyanos, Tarata es el símbolo del terror en Lima. Ni los más memoriosos recuerdan que el primer atentado de SL en la capital fue en San Martín de Porres en junio de 1980 (gobernaba Morales Bermúdez, dictador que pasaría a la historia como “demócrata”). El Lugar de la Memoria se construye con vista al mar y de espaldas a los atentados en la Avenida Perú o en la Avenida Wisse. Estos últimos no son símbolos porque son C y D, porque para el “establishment de la memoria” importan poco. A la izquierda le basta con incluir ayacuchanos para aparecer “representativos”; a la derecha reivindicar el Mega Plaza y hacer el “move on”.

Hasta los que proponen una lucha de ideas pasan por alto que la verdad que se ha construido discrimina y divide, en términos políticos y clasistas. El valor de la verdad en este país –que apela a los realities para olvidarse de la realidad— está ponderado por el bolsillo (o la farándula). ¿Ha pensado por qué las probabilidades de que un joven se una a Movadef aumentan cuánto más se baja en la escala de ingresos? ¿Se imagina a universitarios de algún campus de Surco afiliándose a este remake senderista?

Estimado “dueño de la verdad”, si vas a explicar el Baguazo desde un café en el Óvalo Gutiérrez, tu rollo políticamente correcto se vuelve socialmente ofensivo. No hay lucha política que valga si la frivolidad de las páginas sociales invade los centros “culturales” y “académicos”. Porque el “otro” no es la “víctima” (esa forma paternalista cómo te refieres a lo popular-desconocido). El “otro” eres tú. Cuánto más grande es tu incomprensión más empleas el “negacionismo” del resentimiento. Imagina que cada vez que llamas “resentido social” a alguien que piensa distinto a ti, te rayan el auto. Ojalá al menos así te importe.

Publicado en El Comercio, el 28 de Agosto del 2012.

Friday, August 24, 2012

El partido que no se fue


Los analistas se cansaron de buscar –hasta debajo de piedras– partidos enraizados en la sociedad, con vínculos con sectores organizados, con capacidad de movilización e ideología. Parecía un trabajo de paleontología política, a la caza de especies que se creyesen extintas pero que en realidad hubiesen sobrevivido al meteorito del neoliberalismo y al colapso del sistema de partidos.

Patria Roja (PR) fue el partido que nunca se fue. Comprendió la política no solo como una labor de cuadros, sino también de activistas. Sus militantes construyeron un partido de disciplina doctrinaria y eligieron claramente sus ámbitos de acción: el magisterio (que dominó los últimos cuarenta años), el movimiento estudiantil (sobre todo en universidades estatales) y las rondas campesinas (particularmente en el norte del país). Precisamente aquellos espacios de acción donde históricamente emergieron radicalismos movilizados, sectores que, dados los desbarajustes de un modelo de crecimiento sin redistribución eficiente, cobran relevancia.

Juzgue usted si Alberto Moreno es un visionario o simplemente tuvo suerte. PR, desde los ochenta, nunca abandonó su trabajo con organizaciones de ronderos en Cajamarca. Mientras la izquierda se refugió en ONG y el Apra se volvió cada vez menos nacional, PR permaneció con la lógica del trabajo de bases. Y cuando parecía improbable la revitalización de los partidos formados en la vieja escuela, el modelo de extracción minera modificó las relaciones económicas y sociales en dicha región, generando desplazamiento e insatisfacción sociales que el viejo saurio comunista capitalizó. No hay radicalismo político sin malestar y en Cajamarca de esto último hay mucho.

PR es lo más organizado en el país “donde no hay nada organizado” (Cotler dixit). Para sorpresa de los que creen que “el único partido en el Perú es el Apra”, presenciamos el crecimiento de Gregorio Santos con un liderazgo formado bajo los cánones partidarios, que goza de legitimidad social (ha sido rondero y dirigente del magisterio) y electoral (participó en cuatro elecciones, ganó la presidencia regional), que busca responder a las demandas de sus representados poniéndose a la derecha (aunque usted no lo crea) de posiciones extremas y antipolíticas (SL y MRTA ‘reloaded’) sin “traicionar” la agenda por la que fue elegido. Santos no me parece un radical fundamentalista (usted no quisiera conocer a los de esta especie), sino un político ambicioso (como todos), leal a su ideología, que responde a sus electores movilizados y cada vez más indignados con el Gobierno Central (súmele los cinco muertos que llevan los conflictos sociales en esta región). 

¿Es Santos el nuevo Horacio Zevallos? ¿Resulta comparable con ese dirigente sindical que encabezó los paros nacionales de finales del gobierno militar y apostó a la política electoral? PR se revitaliza desde abajo pero aisladamente. Como organización nacional es débil, pero sobre todo no resuelve sus propios conflictos entre las viejas dirigencias y sus recambios. Santos ha dado importantes pasos, pero aún no gana la ascendencia en este viejo partido de cuadros. Para ser el candidato de la izquierda el 2016, tiene que serlo primero de PR. Esa es su otra batalla.

Publicado en El Comercio, 21 de Agosto del 2012.

Friday, August 17, 2012

Querida, encogí a la izquierda



Se hicieron públicos los esfuerzos de grupos de izquierda para formar una plataforma única --denominada creativamente Frente Amplio-- con miras a las elecciones subnacionales del 2014 y, crucen los dedos, las presidenciales del 2016. En una carta dirigida a sus militantes, organizaciones con inscripción vigente (Tierra y Libertad), en busca de la propia (MAS, vehículo electoral de Patria Roja) y con más sueños que firmas (Ciudadanos por el Cambio, Fuerza Social, PS y PCP), proponen una alianza donde la esquiva unidad se convierte en motor y motivo para aglutinar ese amplio espectro en el que se confunden desde maoístas trasnochados hasta hipsters barranquinos.

Los comunicados,  llamamientos y reflexiones de nuestra izquierda están a la altura de los manuales de auto-ayuda. Repletas de sentidos comunes para subir la moral (“vivimos un momento constituyente”), donde abunda la ingenuidad (“otro mundo es posible”) y el efectismo (el neoliberalismo es una mala palabra, toda derecha es autoritaria). Sus intelectuales son una suerte de Paulo Coelho del análisis político: proveen a sus incautos seguidores, espejismos para una vida política feliz, como si enumerar buenas intenciones fuera suficiente para construir un partido en serio.

A un año de su única “victoria” electoral, ha quedado claro los costos políticos y psicológicos (ver cualquier declaración de Sinesio López) del atajo del outsider militar y de la incapacidad de un conjunto de “ciudadanos de ONG” para movilizarse en la producción de un frente que sintonice democráticamente con las demandas sociales que dice defender.  La renovación de cuadros se estrella con nuevas generaciones que nacen envejecidas (el efecto de ser formados en las mismas sobremesas familiares) y con ínfulas mesiánicas (esas que critican en otros partidos). La única novedad política con pretensiones nacionales proveniente de la izquierda es Gregorio Santos, originado en el “pariente pobre”, hasta hace poco recibido por la puerta de servicio y al cual quieren ponerle ahora alfombra de su color: Patria Roja.

Luego de que Humala diera su giro programático, la izquierda ha quedado encogida en redes de amigos de café (en Lima) y en políticos huérfanos de partidos que regresan a la semilla radical anterior a la Caída del Muro (en el resto del país). La conflictividad social permite reactivar el discurso de lucha de clases desde espacios locales que no encuentran canales orgánicos para escalar a nivel nacional (en lo mejor de los casos solo llega a capital regional); pero tampoco existen iniciativas limeñas que encaucen políticamente estos ánimos bajo los cánones de la moderación y el diálogo democráticos.

Patria Roja es lo más orgánico-nacional que existe en la izquierda, pero no exageremos. Existe más protagonismo en sus dirigencias locales que nacionales, lo cual ha generado tensiones internas. La emergencia de posiciones anti-sistémicas como Movadef y Conare, es también una muestra de haber perdido ascendencia entre sus tradicionales bastiones.  No es (¿aún?) el APRA del siglo XXI que Alberto Moreno prometió hace unos años ante un auditorio repleto en Cajamarca.

Publicado en El Comercio, el 14 de Agosto del 2012.

Thursday, August 9, 2012

Contra-fujimorismo

Quien no ha pensado en un contrafáctico en su vida que tire la primera piedra. Nuestra historia –personal y colectiva– está construida tanto por lo que pasó como por lo que pudo haber sucedido. Estamos hechos también de lo que pudimos haber sido. Somos el producto de decisiones tomadas y oportunidades perdidas. 

Nueve académicos, reunidos por Eduardo Dargent y José Ragas, revisan nuestro pasado (y presente) a base de escenarios alternativos en Contra-Historia del Perú (Mítin Editores y 50+1). Por ejemplo, imagine las consecuencias de Jauja como capital de la República o de un Haya de la Torre presidente. Para algunos, se trata de ejercicios inútiles, literarios, que no aportan nada a la comprensión histórica del país. Para otros, entre los que me incluyo, es una práctica imprescindible para entender las opciones al alcance de los actores y medir efectivamente sus resultados. 

Dos de los autores (Eduardo Dargent y Carlos Cabanillas) abordan destinos alternativos del fujimorismo. El hecho de que se trate de sucesos no muy lejanos en el tiempo hace más relevante la discusión sobre las ucronías presentadas, pues permiten discutir la naturaleza de tal grupo político. Dargent se remonta a la coyuntura crítica del 2000. Al omitir intencionalmente la exposición pública de los vladivideos, se imagina un tercer gobierno consecutivo de Alberto Fujimori que sobrevive a la recesión económica de esos años. Así, el fujimorismo deja de ser un proyecto trunco y se convierte en una suerte de chavismo de derecha: autoritarismo neoliberal, con una popularidad gestada en programas sociales con los réditos del boom de los minerales. 

Cabanillas retrocede solo un año y le pone la banda presidencial a Keiko Fujimori. Delinea una gestión que se enfrenta a los mismos problemas actuales: desde conflictos sociales hasta el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), aunque incluye a un Ollanta Humala opositor, encabezando la Marcha por el Agua. Por un lado, es sintomático que a ambos autores les cueste imaginarse un fujimorismo democrático. Ni un Montesinos fuera del poder ni políticas participativas serían suficientes para que Alberto y Keiko (en los contrafácticos respectivos) conviertan al fujimorismo en un pilar de la democracia peruana. 

Pero, por otro lado, ambos autores también le conceden al fujimorismo mayor oficio para abordar los problemas de orden social y de subversión. Según estas narraciones, las políticas clientelares serían una represa a tantos Congazos. 

Keiko Fujimori acaba de anunciar el relanzamiento de un nuevo partido naranja: Fuerza Popular. Su reto es, precisamente, construir un movimiento contrafujimorista (ni “anti-” ni “pos-”). Cambiar la historia es imposible, pero no aprender de ella. Y es acá donde el futuro sigue abierto y queda en manos de los actores políticos tomar un camino. ¿Se puede construir una derecha con sustento popular y, a la vez, democrática? ¿Es posible poner orden social en el país respetando los derechos humanos? ¿O es inevitable un fujimorismo autoritario y clientelar? Preguntas vigentes sobre la base de pensarnos de manera contrafáctica.

Publicado en El Comercio, 7 de Agosto del 2012.

Friday, August 3, 2012

La Soledad de Humala



El Presidente Humala debe comprender que lo más difícil está por venir. En un año ha quemado muchas naves y transita una soledad política preocupante. Nunca tuvo partido y los cuadros que lo prepararon por más de cinco años fungen ahora de oposición. Los asientos asignados para su familia –su cuna ideológica—aguardan vacíos. Es por eso que Nadine Heredia no solo es su consejera y operadora política, sino también su único soporte afectivo, su paño de lágrimas, el hombro donde se apoya al final de la jornada.

Las casi dos horas del Mensaje Presidencial fueron un homenaje a la soledad. Evidenciaron la ausencia de asesoría política, de una mano que hiciera menos obvio el copy-and-paste de los informes sectoriales. Fue un discurso fragmentado, de cifras vacías, en el cual los primeros logros se confundían con las promesas y las buenas ideas no terminaban de graduarse de proyecto político. Así, el primer año se consagró como aprendizaje, cuando pudo haber sido de iniciativa, que imprimiera el sello de esta gestión.

Durante el desfile militar siguió padeciendo de la incomodidad de quien no se acostumbra al poder. Dos momentos simbólicos: primero, cuando pidió acercar la silla de la Primera Dama para el intercambio de confidencias, al alcance de un gesto de cariño. Segundo, cuando cantó el himno de la Escuela Militar de Chorrillos, emocionado por encontrar en medio de tantas presiones la posibilidad de un fugaz retorno a su identidad primaria. Ese breve canto marcial fue, quizás, su momento más genuino en este aniversario patrio.

Los años que se vienen serán más duros. Tienen el objetivo de otorgar legitimidad social al modelo de crecimiento económico. Ahí la dupla Castilla–Trivelli tiene la misma responsabilidad de los Cuatro Fantásticos de la selección de fútbol para clasificarnos a la inclusión social. Esa sinergia de economistas y “policy makers” se convierte en la base de apoyo ante la escasez de pesos políticos. El ritmo acelerado de desgaste ministerial amenaza con lastimar el equilibrio que permite que el establishment confíe en el comandante pragmático.

Pero la peor de las soledades es aquella que se vive en medio de la multitud. Humala ha pasado a sobrepoblar el centro derecha, dejando vacío el espectro zurdo. Ello trae una consecuencia que debería quitarnos el sueño: la pugna entre actores políticos, desde progresistas mesurados hasta radicales neo-senderistas, por ocupar la representación política de la bronca y la insatisfacción. Quien sobreviva a este “reality” político entre Movadef, Conare y Pukallactas, se convertirá en el Gran Hermano anti-sistema que queremos evitar. Por el momento, Humala todavía está en capacidad de ser la represa de las caudalosas corrientes del movimiento social.

Humala requiere de un pacto político que le permita relanzar su correcta agenda política de reforma estatal y lucha anti-corrupción. Necesita combatir su soledad, ese ensimismamiento autoritario que solo su esposa sabe interpretar. 

Publicado en El Comercio, el 31 de Julio del 2012.